Me estoy volviendo vieja
Me estoy volviendo vieja. Mi piel marca con sus surcos las heridas de la vida. Cada una de mis marcas tiene historias guardadas que encierran miles de aprendizajes.
No quisiera borrarlas y hacerle un rosto nuevo. ¿De que serviría? ¿Para parecer más joven? ¿Más bella? ¿Frente a que ojos? Porque frente a los mios me sorprendo viendo belleza. En esta piel que se aja como una pared con mil capas que va dejando caer de a pedazos los colores que tapaban su versión original, aparece tambien un fondo de base, un sustento.
No quisiera volver a pintarla ni enfundarme en un traje de niña ni doncella, ya no iría conmigo. Mi sola presencia, con todas estas marcas de guerras y victorias porque si, todas han sido, al fin y al cabo, victorias, ofrece algunos códigos que pueden ser pistas para el que esté buscando su clave.
Hay marcas de emociones que provocan el llanto, esa delicia del cuerpo que permite expresar el amor y la tristeza. Hay heridas que hablan de huesos y piel usados en la aventura intrépida y sinfin de decubrir la vida. Tengo heridas que han parido flores, marcas que hablan por si mismas de las ganas de vivir que han guiado mi danza, aventuras buscadas y otras impuestas por el juego pero siempre otorgando el ingrediente preciso para seguir el viaje.
Tengo surcos en mi rostro por donde corre el elixir de la vida Me sorprendo amando esta piel hecha surcos, algo cansada y sensible, una gran antena parabólica que imprime en si misma la información que recibe para que otros puedan verla con sólo mirarme.
Me estoy volviendo vieja Y sabia.