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Como el agua


Así como el agua horada la piedra a su antojo tallando paciente, gota a gota, los surcos y puentes por donde fluir su savia, así, tu alma, horada tu cuerpo creando nuevas células, arrastrando consigo lo que sobra, edificando fuertes simientes con tus propios escombros.

Allí anidará el flujo divino en un camino sin retorno.

Así como el agua, tu alma, tan inasible, tan transparente tan escurridiza, va tallando en ti tu nuevo hombre. No notarás un cambio de la noche a la mañana. No lo notarás porque penetra tan suave, tan hondo, tan paciente, que se vuelve tuya.

Tu alma se vuelve tuya en tu cuerpo.


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