Mis dos hemisferios
No es tiempo aún de que el brote se muestre al sol. Sigo arando el sustrato, amasando con mis manos, disolviendo impurezas.
Con la izquierda rompo las piedras que fueron formando los pensamientos del miedo. Los no puedo, no debo, no sé. Uso con sutileza mis dedos fuertes para desarmar con atención la intrincada trama que fueron tejiendo en el tiempo, dejando surcos sólidos en mi cerebro. Con paciencia y decisión voy tomando, uno a uno, los trozos apelmazados para volverlos tierra fértil.
Con la mano derecha voy tocando cerraduras con telarañas de puertas desconocidas y pasadizos secretos que traigo conmigo en mi forma, pero nunca miré demasiado. Tengo espacios bellisimos que no he transitado aún, pero puedo adivinar por la luz que asoma, la magia que acontece. Voy liberando las puertas del sentir profundo, libre de pasados y futuros, del saber que se intuye, del que viene del alma. Abro la traba a la aventura y a la prueba sin importar resultados Voy liberando un espacio sin limites donde todo es bello, y nada queda fuera y tu mirada es la mía.
Pongo mis manos contiguas formando un solo algibe. En la unión de mis dos fuentes, la izquierda de la lógica, la derecha del sentir, enciendo un infinito de luz que las une para siempre. Irradio algo nuevo, algo distinto que nutre vertiginoso cada rincón de mi cerebro para ser capaz de comprender lo nuevo, lo nunca hablado o sentido.
Limpio, desarmo nudos y abro puertas Pongo a punto mi equipamiento porque algo nuevo está llegando.
Puedo sentirlo en el pecho. Y en las manos abiertas que me tendió el ángel