No sé quién es el director de este teatro,
pero a quien sea, quiero decirle
que venero su generosidad,
porque ha diseñado un camino con obstáculos
para hacernos despertar,
pero ha dispuesto cada tanto,
estaciones de servicio
como spas para el alma.
Son sitios especiales
de descanso
donde se reciben caricias
y se escuchan sentires,
se beben gotas de éxtasis
y se dibujan sueños,
donde resuenan carcajadas,
se cantan locuras de la vida,
donde está permitido elucubrar
jugadas y pistas
apasionantes
de este teatro loco y genial
de la existencia.
Por las escenas de este teatro
vertiginoso e intenso,
por estos spas para el alma
que ha dispuesto el director,
quiero decirle
¡gracias!
y seguir jugando.