A mis ancestros
Perdida en una nube de ignorancia,
enceguecida por juicios mezquinos,
sin haber logrado ninguna comprensión,
juzgué y condené con mi mente,
lo que no supe albergar en mi corazón.
Hoy libero esas cargas,
suelto amarras,
dejo partir a otros universos
lo que ya cumplió su propósito en este.
Me perdono a mí misma
por el juicio anticipado y erróneo.
Con el alma despejada y una sonrisa amorosa en mi rostro,
honro, venero y perdono
a todos mis ancestros,
en especial a los hombres:
a mi padre y al padre de mi padre
y al padre del padre de mi padre,
y a todos los padres alojados en mis huesos.
Envuelta en gratitud hacia estos seres
limpio en mi memoria los escombros del dolor,
agradezco su generosa presencia,
y sano.
Libero para mí, mis hermanos y mis hijos.
Perdono y me perdono.
Honro su trabajo y su labor en esta tierra,
agradezco las marcas dejadas en mi piel
que me han sabido mostrar,
aun a costa del dolor,
el sagrado valor de su presencia.
El corazón se agiganta
al devolver el lugar de estas almas,
que clamaban desde siempre,
en idiomas para mí incomprensibles
un espacio para sí.
Pedían su lugar tibio
bajo el techo del amor.